Los efectos del Covid sobre economía, salud pública y el bienestar de la sociedad han sido críticos y seguimos en un escenario incierto.
A pesar de ello, es más necesario que nunca que cada individuo e institución siga poniendo de su parte para la construcción de una nueva normalidad sustentada en la recuperación económica y en un nuevo entendimiento de las relaciones entre las personas y con el medio, con mayor foco en la sostenibilidad. La pandemia es un ejemplo de la irrupción de un riesgo de alto impacto pero con baja probabilidad de ocurrencia, pero tenemos otros, como los vinculados al cambio climático, que tienen una alta probabilidad y de hecho ya se están materializando desde hace décadas, no habiendo sido abordados con el suiciente interés.
Ante los primeros impactos del Covid sobre la economía y sociedad, las empresas se volcaron especialmente en sus colaboradores, buscando garantizar su salud, y en la acción comunitaria para atender especialmente el déficit de infraestructura sanitaria y las necesidades de los colectivos más expuestos y vulnerables (ej. personal médico, y población en exclusión social). Se dio por tanto una combinación de medidas operativas para articular los procesos de trabajo en el nuevo contexto, y de apoyo social a través de donativos y otras aportaciones.
Desde la teoría de la responsabilidad social siempre hemos abogado por un accionar de las empresas que esté vinculado con sus actividades e impactos, por la articulación de un propósito que considere el desarrollo sostenible. Este propósito individual de cada empresa, relacionado con sus propios grupos de interés, fue ampliado en estos meses por la atención de un propósito colectivo: el combate al Covid, dada la excepcionalidad de la situación.
Después de esta respuesta inicial, ¿qué sigue?
Las empresas tienen la oportunidad de materializar su propósito fuera de la excepcionalidad inicial, atendiendo las oportunidades del nuevo escenario para desarrollar modelos de negocio ganar-ganar desde el punto de vista social y que resguarden el medio ambiente. Existen factores que serán especialmente claves y enumero a continuación:
- Priorizar la utilización de los recursos, en un contexto de menor disponibilidad. En este momento es clave que las empresas hayan entendido la sostenibilidad como un factor estructural de su negocio y no una acción complementaria del mismo. Aquellos proyectos e iniciativas que no tengan esta vinculación estratégica con el negocio, tendrán serias dificultades para continuar.
- Considerar la colaboración. La atención inicial de la crisis ha demostrado que los grandes desafíos sociales requieren de la colaboración entre diferentes agentes, idea de base de la Agenda 2030 de la ONU con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Las empresas buscarán atender las necesidades de su entorno como parte del equilibrio necesario para su actividad, teniendo más presentes las ventajas y oportunidades de trabajar junto a otros.
- Medir el impacto, dimensionar la contribución ya sea del propio negocio y/o de iniciativas particulares, como una de las variables para priorizar unos esfuerzos por sobre otros. La medición y rendición de cuentas en el uso de los recursos son ahora imprescindibles.
- Poner mayor énfasis en la acción local. Con las redes internacionales de comercio a medio gas se han puesto de manifiesto la necesidad de reforzar los ecosistemas locales de producción y abastecimiento, la importancia del desarrollo de los proveedores locales y la cercanía con el consumidor.
Estamos, por tanto, ante un momento de rediseño del modo de entender la operación y las relaciones con los diferentes grupos de interés, incluso el propósito de las organizaciones, con base en el desarrollo sostenible. No dejemos pasar la oportunidad.
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