En los últimos años estamos viviendo un crecimiento exponencial de las inversiones con criterios ambientales, sociales y gobernanza (ASG). Se multiplican los interesados en colocar capital bajo dichos criterios y, por tanto, la importancia de la información que las compañías proporcionan sobre cómo integran la sostenibilidad en su estrategia de negocio y a qué van a destinar los recursos que reciban, incluyendo el monitoreo de los impactos ambientales y sociales asociados.
El recorrido de las compañías al respecto no estaba siendo prolijo y los inversionistas no estaban encontrando la información suficiente incluso en los casos más maduros. Se estaba produciendo una dualidad entre lo que las compañías reportaban y lo que ellos necesitaban. Ello llevó al surgimiento de estándares y marcos de información más enfocados en sus necesidades, como parte de un amplio ecosistema que incluye además analistas y calificadores especializados, e índices públicos (caso de los DJSI y FTSE4Good Indices, con versiones propias para México).
Es importante diferenciar entre marco y estándar de reporte, así como presentar los casos más significativos. Los marcos sólo entregan lineamientos generales, no aportando indicadores ni métricas específicas. Pueden ser amplios en las temáticas que abordan, caso del marco del IIRC y su entendimiento de la generación de valor en las empresas; así como específicos, especialmente en torno al cambio climático, donde destaca el Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TCFD). Su carácter de guía los hace compatible con los estándares, que sí establecen indicadores a ser reportados por las compañías. En este caso, para responder a las inquietudes de los inversionistas, destacan especialmente los desarrollados por el Sustainability Accounting Standards Board (SASB), establecidos a nivel de industria para un enfoque más preciso.
Pero, ¿qué diferencian a estas iniciativas de otras que venían atendiendo las empresas? Su foco en los impactos, riesgos y oportunidades para los resultados financieros, el balance y la estabilidad de las compañías. En el caso de los estándares, la metodología de Global Reporting Initiative (GRI) ha venido realizando un sólido esfuerzo por la gestión y transparencia de las compañías respecto de sus impactos, pero con un enfoque más multistakeholder y en sentido inverso. Si pensamos en la relación entre la empresa y su entorno, SASB se enfoca más en cómo impactan sobre la compañía los diferentes temas, por ej. el cambio climático (en este aspecto como el TCFD) y GRI en el sentido inverso, como el desempeño de la compañía respecto de esos temas impacta en el entorno.
Surgen por tanto otra pregunta adicional, ¿son por tanto compatibles? La respuesta es sí, y altamente recomendable el uso conjunto, para atender las inquietudes del conjunto de grupos de interés. La clave es que tienen en común la aplicación del concepto de materialidad y, por tanto, del análisis de qué temas son significativos, si bien con esa diferencia en el sentido de la relación: hacia la compañía Vs. desde la compañía. ¿Es posible entonces una materialidad única? Sin duda un interesante debate se abre al respecto y ya vemos algunos avances.
La Unión Europea asumió un liderazgo global en trasparencia de la información ASG bajo la Directiva de Información No Financiera (12014/95/EU). Como parte de sus esfuerzos por seguir avanzando, en 2019 se publicaron unas directrices complementarias para el mayor énfasis en la información de cambio climático, en línea con las recomendaciones del TCFD. En sus planteamientos, la UE establece el concepto de doble materialidad, integrando el análisis de la significancia en las dos direcciones expuestas. Se invita por tanto a integrar las perspectivas y nos encontramos inmersos en el desafío de implementarlo en la práctica.
En México, desde el Consejo Consultivo de Finanzas Verdes (CCFV), que representa al sector financiero en su apuesta por la gestión y transparencia ASG de las empresas, se está invitando a las compañías a recorrer este camino. El llamado es a atender la información requerida por los inversionistas y de hacer especial énfasis en los riesgos y oportunidades del cambio climático, adoptando las recomendaciones del TCFD y utilizando los estándares de SASB. Se trata de un gran paso a celebrar, que invitamos a asumir.
Llamamos asimismo a integrar este enfoque con una comunicación más mutistakeholder, combinando el uso de los estándares GRI. Sumar enriquece la relación con los grupos de interés y permitirá además una conversación más profunda en las compañías, que se materialice en la gobernanza y estrategia de negocio. Qué interesante desafío.
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