¿El fin de la sostenibilidad o el momento de la verdad?

Nos encontramos en semanas de especial incertidumbre, donde emerge en mayor medida la desconfianza por parte de la ciudadanía hacia empresas y gobiernos. En este contexto de conflicto y desapego, ¿hay espacio para pensar en sostenibilidad? ¿En un entendimiento de nuestras acciones por el bien común del desarrollo sostenible?

En este momento las empresas más que nunca se encuentran ante el escrutinio de sus diferentes grupos de interés. Ahora es cuando quedará claro que compañías tienen un entendimiento de creación de valor para el conjunto de los mismos, más allá de esquemas cortoplacistas de resultados y/o de un uso de la sostenibilidad como escaparate de mercadotecnia sin trasfondo.

Existe una oportunidad de mostrar liderazgo, de pensar en el mañana sin dejar de atender el hoy. Las compañías que quieran apostar por ello tienen argumentos de sobra.

Por un lado el acceso a financiamiento, de la mano de los inversionistas. Al respecto, cabe destacar como BlackRock sigue apostando más que nunca por aquellas compañías que actúen conforme a criterios de sostenibilidad e insiste en el enfoque de largo plazo, como señaló a finales de marzo su CEO, Larry Fink, en una comunicación excepcional a sus participadas. También da muestra de ello el crecimiento de las acciones de Johnson & Johnson luego del anuncio que comenzarán las pruebas de su vacuna contra el COVID y que el objetivo es ofrecerla sin costo, como destacaba un reciente artículo de Fortune. La emisión de bonos verdes, sociales y/o sostenibles continúa experimentando records de colocación, incluso en este contexto. Cabe señalar por ejemplo la reciente emisión en marzo por Iberdrola de 750 millones de euros en bonos verdes. Incluso la lucha contra el COVID-19 ya ha sido autorizada por la Asociación Internacional del Mercado de Capitales (ICMA) como criterio para la emisión de bonos sociales.

Por otro lado, los clientes están especialmente atentos a la respuesta de las empresas a esta situación. La reciente edición especial del Trust Barometer de Edelman, realizada con muestra a finales de marzo, destaca como el 71% de los consumidores declara que aquellas marcas que están anteponiendo los beneficios sobre la fuente perderán su confianza para siempre. La sociedad demanda además congruencia en el ejercicio de los liderazgos y en la toma de decisiones, incluyendo cómo las compañías están reaccionado con sus colaboradores y cadena de suministro. Ello por no referir la importancia que tendrá en el escenario post COVID el compromiso de los colaboradores, totalmente vinculado a la respuesta de su empleador en estos días, así como la confianza y disposición de sus proveedores.

Es momento de separar el grano de la paja, de conectar el propósito de la organización con las acciones, de materializar dicho propósito. Las compañías tienen la oportunidad de que su razón de ser atienda un nuevo modo de hacer las cosas, conectado con la reducción de las desigualdades y el respeto al medio ambiente. El planeta es un enfermo con patologías conectadas, la crisis climática está vinculada al escenario del COVID, que a su vez tiene especial impacto en los lugares de mayor desigualdad. La Agenda 2030 plantada desde las Naciones Unidas ya fungía como excelente diagnóstico y en estos días se llama a seguir considerando la necesidad de avanzar al respecto, de entender que los Objetivos de Desarrollo Sostenible están interconectados. Desde la nueva realidad del COVID, trabajar desde el core de negocio de las empresas, a través de la innovación, que incluso puede detonar nuevos modelos. También poner fuerza en las alianzas, que han venido siendo claves en esta hoja de ruta y cuyo potencial se está poniendo especialmente de manifiesto en la rápida respuesta a la emergencia sanitaria y social. Junto con romper el tabú del teletrabajo, el COVID también rompe el de la colaboración entre organizaciones.

Es momento por tanto de repensar o darle forma al propósito, de trasladarlo a las acciones. Ahora más que nunca, ante la necesidad de ser eficientes en el uso de los recursos, se trabajará sobre la maximización del impacto, sobre las iniciativas que van más allá del retoque cosmético y la apariencia. Destacará asimismo la redención de cuentas, ante la desconfianza instalada como una nueva normalidad, de comunicar el uso de los recursos, los resultados obtenidos y hacerlo en comunicación estrecha con los diferentes grupos de interés.

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