El desempeño de las compañías en aspectos ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) se está convirtiendo en un factor crítico para los inevrsionistas. Ante el impacto del Covid-19 en los recursos de las empresas por las afectaciones a su operación y venta, disponer de capital es fundamental para trabajar en la recuperación, incluyendo el rediseño de los procesos, productos y servicios.
Esta crisis que estamos viviendo es la primera en que se tiene un movimiento tan sólido a favor de un enfoque de sostenibilidad en las inversiones. Los efectos de la pandemia global, que se consideraba con un riesgo de baja probabilidad, hacen poner especialmente el foco en aquellos riesgos de alta probabilidad e impacto como el cambio climático, según los inversionistas. Esto queda de manifiesto además en una encuesta realizada por J.P. Morgan y publicada en julio, a más de 50 inversionistas institucionales a nivel global, que representan USD 12,9 billones; el 71% señaló que era bastante probable, probable o muy probable que se diera dicha conexión.
Cabe destacar la evolución de BlackRock, principal gestor de activos a nivel global, con un sólido mensaje en los últimos años acerca de la importancia de la consideración de los criterios ASG en las compañías y la implicancia que ello tiene en sus participadas. Incluso en este contexto de pandemia, insiste en su apuesta por aquellas compañías que adopten criterios de sostenibilidad y en una inversión de largo plazo que las acompañe en los cambios.
Como señalaba su CEO en abril, en la presentación trimestral de resultados, estamos ante la oportunidad de acelerar hacia un mundo más sostenible.
Las compañías tienen, por tanto, una oportunidad de atraer capital, incluso a través de vehículos especializados como los bonos sociales. The International Capital Markets Association (ICMA), responsable de la metodología de referencia internacional para la emisión: Sustainable Bonds Principles, ya ha autorizado la lucha contra el Covid-19 como criterio para su uso.
En Ecuador, Banco Guayaquil trabaja en la emisión del primer bono social, por hasta USD 30 millones y suscrito por BID Invest, destinado a financiar MIPYMES de las zonas más afectadas por la pandemia.
La utilización de los bonos con criterios sociales y ambientales se abren paso en el país, luego de la primera emisión de Banco Pichincha en diciembre de 2019. La entidad lanzó un bono ambiental por USD 150 millones, destinado a proyectos con beneficios ambientales, por ejemplo, de eficiencia energética, uso de energías renovables, etc.
La Bolsa de Valores de Quito cuenta además con una guía para apoyar a las emisoras y estimular el uso de este tipo de mecanismos, que apoyan modelos de negocio, operaciones y proyectos que contribuyan al desarrollo sostenible.
Regresando al contexto generado por el Covid-19, la recuperación en las empresas se va a producir especialmente con la emisión de deuda, como los mecanismos de bonos señalados. Los inversionistas que suscriban estas emisiones irán cobrando especial inluencia en las compañías, con un diálogo más estrecho sobre qué esperan de las operaciones.
Por otra parte, BID Invest y otros financiadores internacionales como agencias de desarrollo, están teniendo un papel especialmente activo y facilitan de este modo la disponibilidad de capital en las entidades financieras nacionales, que destinan a su vez a las empresas cliente para el mantenimiento del empleo, la incorporación de tecnología y la innovación.
La recuperación está vinculada a los recursos y para disponer de ellos es crítico tener un sólido desempeño en los aspectos ASG, alineado con el propósito de la compañía y el trabajo con los grupos de interés.
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