Se aceleraron tendencias que ya estaban en el centro de la transformación de las empresas, como la digitalización.
Dejamos atrás un 2020 especialmente difícil, que nos obligó a reformular de manera rápida el modo en que nos desempeñamos, alterando las estrategias de las compañías y modificando las expectativas de los diferentes grupos de interés. Se aceleraron tendencias que ya estaban en el centro de la transformación de las empresas, como la digitalización, e irrumpieron con más fuerza temas emergentes como la privacidad de la información, las desigualdades en el acceso a la salud y la seguridad de los colaboradores.
Iniciamos ahora un nuevo año, con la posibilidad de transformar en oportunidades los cambios experimentados por la sociedad en los últimos meses, con el objetivo de que las compañías sigan avanzando en el diseño e implementación de estrategias que respondan a los riesgos ambientales y sociales, y se sustenten sobre una sólida gobernanza.
- Retroceso en la reducción de las desigualdades. El desarrollo humano, entendido como la integración del nivel de vida, educación y salud, descendió por primera vez desde que se maneja el concepto (1990) (PNUD). Se han intensificado tendencias negativas como el retroceso en la reducción del hambre, que ya venía desde 2015 (ONU).
Las empresas tienen la posibilidad de actuar desde sus modelos de negocio, productos y servicios, con enfoque ganar-ganar que contribuya al desarrollo socioeconómico.
- Preocupación por la irreversibilidad del cambio climático, necesidad de reforzar las medidas para reducir el incremento de la temperatura global. Si bien existe un compromiso global en el Acuerdo de Paris, los esfuerzos de gobiernos, empresas y ciudadanos no están siendo suficientes.
Las empresas se están viendo presionadas por los inversionistas institucionales, su requerimiento de la identificación y respuesta a los riesgos y oportunidades de cambio climático. Existe una oportunidad de recibir prioritariamente financiamiento y también la posibilidad de perderlo si no se da respuesta. Va más allá del reporte de emisiones de GEI, se trata de trabajar desde la estrategia de negocio y la relación con la cadena de valor.
- Afectación a los ecosistemas y biodiversidad por la actividad humana. La degradación de los hábitats naturales se está traduciendo en 2 principales impactos: 1) la desaparición de especies, a tasas nunca vistas; 2) el acercamiento entre la fauna y el hombre, con especial riesgo de generar enfermedades e infecciones; dos tercios de ellas provienen de los animales silvestres (ONU). Es necesario un uso responsable de los recursos naturales por parte de las empresas, incluyendo las cadenas de valor de las grandes multinacionales. Se trata de una inversión en la continuidad de la operación, en la relación con las comunidades y la disponibilidad de materias primas.
- Maduración del movimiento de inversión con criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza). Se trata de un año crítico para evolucionar de cierta euforia inicial a una situación de madurez, en que los atisbos de “washing” desaparezcan por la primacía del sustento técnico. Las empresas tienen la oportunidad de dar ejemplo desde la gestión y la transparencia.
- Evolución de los marcos y estándares de reporte ASG. De la mano del interés de los inversionistas, a la información sobre el desempeño en sostenibilidad que venía proliferando en las empresas (ej. GRI) se suman nuevos requerimientos especialmente sobre cómo los aspectos ASG del entorno afectan a la estabilidad financiera de la compañía (ej. SASB, TCFD); además, existe un movimiento hacia la integración de iniciativas y una atención creciente desde el mundo financiero (ej. Fundación IFRS, IOSCO).
Las compañías se encuentran ante un escenario de fortalecimiento de su información pública.
- Privacidad de la información. En un contexto de digitalización de operaciones crecen los riesgos de ciberseguridad; del mismo modo, el poder de las grandes compañías tecnológicas. La captura, monitoreo y uso de los datos de información de los ciudadanos es constante, incluyendo aspectos de salud y movilidad en esta pandemia. Las empresas tienen un riesgo de fuga de información propia y facilitada por terceros, así como la responsabilidad de realizar un adecuado manejo y uso que garantice el derecho a la intimidad.
- Enfoque en sostenibilidad de los sectores más afectados por la pandemia, como el transporte, turismo y ocio. El escenario de recuperación progresiva permite ir articulando cambios que incorporen los impactos sociales y ambientales en la toma de decisiones, que el resultado lleve a modelos de valor agregado y no de escala.
Se trata de un primer análisis, una reflexión para tomar el año con fuerza y que colectivamente avancemos hacia el desarrollo sostenible.
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